Cuando se cumplen dos años de la llegada de los talibanes a Afganistán, desde la ONU tienen claro que lo que están viviendo las mujeres allí es algo tan grave como para catalogarlo como un "Apartheid de género". En este tiempo, se han aprobado hasta 50 decretos que las oprimen, esclavizan y anulan.

Las mujeres no pueden ir al colegio ni a la universidad. Desde los 12 años, la educación está prohibida para ellas. Tampoco pueden trabajar fuera de casa, a excepción de un número limitado de doctoras y enfermeras que sí lo tienen permitido.

Los talibanes no quieren que vistan libremente, imponiéndoles un código de vestimenta que consiste en ir cubiertas desde la cabeza hasta los pies. Además, han cerrado los salones de belleza de todo el país.

Tampoco pueden salir de casa solas, teniendo que ir acompañadas de un hombre de su familia, ni casarse con quien ellas quieren. Las mujeres afganas tampoco pueden protestar, hacer deporte, subirse a un autobús con hombres ni asomarse a la ventana de su casa.

Un auténtico infierno que no tiene visos de cambiar. Es más, es probable que vaya a peor.