Han salido a la luz las imágenes del momento en el que Carlos Gregorio Hernández, un menor custodiado por la Policía Fronteriza de Estados Unidos (Border Patrol), falleció en una celda de detención el pasado 19 de mayo.

El adolescente había sido diagnosticado de una grave gripe, que no fue tratada, y presuntamente ignorado por los agentes que tenían la obligación de vigilarle, a pesar de que estos afirman que comprobaron varias veces el estado del chico.

El medio de investigación 'ProPublica' ha denunciado con la publicación de este vídeo, tomado de la cámara de seguridad, las terribles condiciones en las que se encuentran las personas que son detenidas y puestas en estos centros, donde llegan a hacinarse decenas de personas en una misma celda.

Una realidad vergonzosa, especialmente al tratase de un menor de edad, a quien la Border Patrol tiene la obligación de transferir tras un máximo de 72 horas. En el caso de Carlos, el adolescente estuvo detenido durante seis días y, en ningún momento, pese a la gravedad de su condición, fue llevado a un hospital o servicio de urgencias.

 

Condiciones inhumanas

El pasado 19 de mayo, Carlos Gregorio Hernández, un migrante guatemalteco de 16 años gravemente enfermo, fue puesto en una celda de detención de la frontera de Estados Unidos en el sur de Texas, junto a otro chico, también con problemas de salud.

Tan solo unas horas antes, una enfermera practicante de este "centro de procesamiento" de la Border Patrol, la Policía encargada de la frontera, le había diagnosticado gripe, tras determinar que su temperatura corporal alcanzaba los 39,44 grados.

Además, esta había explicado a los agentes que debían comprobar su estado cada dos horas y llevarle a urgencias en el supuesto de que empeorase. Sin embargo, los oficiales optaron por ponerle en una celda en cuarentena, y al día siguiente falleció.

En la grabación de la cámara de seguridad puede apreciarse cómo Carlos se recuesta boca abajo sobre su 'cama' en su lado de la celda, un bloque de hormigón donde apenas cabe. Para cubrirse, algunas mantas isotérmicas.

El menor se retuerce y muestra signos de malestar y dolor durante aproximadamente 25 minutos, llegando a convulsionar, vomitarse y caer inconsciente en el suelo. Así pasan varios minutos, hasta que se levanta y se dirige hasta el retrete, al fondo de la celda. Ahí convulsiona de nuevo y cae al suelo, donde se mueve por última vez hasta quedar inconsciente.

'ProPublica' ha explicado que, en ese momento, la grabación se corta, para retomarse cuatro horas más tarde. De acuerdo a los registros, la Border Patrol comprobó el estado de Carlos en tres ocasiones durante ese tiempo, sin destacar ninguna anomalía.

Unos chequeos que el medio de investigación pone en duda, pues, cuando vuelven las imágenes, el cuerpo del menor se encuentra exactamente en la misma posición, rodeado de un charco de sangre. Estado en el que le encuentra su compañero de celda, que no los agentes, como había declarado la agencia Customs and Border Protection (CBP), que controla la Border Patrol.

Aparentemente, los oficiales tampoco vieron cómo el menor convulsionaba a través de la cámara de vigilancia ni del cristal al frente de la celda, por el que supuestamente miraban cada poco tiempo.

"Una trágica pérdida"

El comisario encargado de la CBP, John Sanders, en el momento del los hechos se refirió al suceso como "una trágica pérdida" y aseguró que la Border Patrol está "comprometida con la salud, seguridad y trato humano de aquellos bajo su custodia".

Por su parte, múltiples médicos independientes han señalado, ahora, el error absoluto que supuso el hecho de enviar a un menor gravemente enfermo a una celda en vez de a un hospital, donde podría haber sido tratado.

"¿Por qué hay un adolescente en una prisión si está enfermo con una enfermedad contagiosa? ¿Por qué no está en un hospital, casa o clínica donde puede acceder a una cama caliente, fluidos, atención supervisada y asistencia médica? No es un criminal", ha criticado la médica forense Judy Melinek.

"Nadie debería morir así: vomitando, con fiebre y sin ningún tipo de asistencia", ha remarcado.

Sanders dimitió como encargado de la CBP poco después del fallecimiento del joven, culpando de este a la falta de medios y a la inacción del Congreso ante una "tragedia predecible y prevenible".

Carlos Gregorio Hernández es el sexto menor migrante en morir en la frontera en el último año, y el primero en hacerlo en una celda.