El Bataclan, la sala de conciertos donde se produjo la mayor masacre de los ataques terroristas de París y que ya había sido amenazada en el pasado, volverá a abrir en una fecha todavía por determinar, según uno de los nuevos propietarios. "Esta sala no cerrará nunca", afirmó en declaraciones emitidas por el canal BFM TV.

Reconoció que por ahora no pueden determinar si reabrirán en una semana, pero "en cualquier caso esta sala va a abrir para espectáculos". "Tenemos a toda la profesión que nos respalda", agregó Revert, quien en otra entrevista a Télérama dijo no saber por qué los yihadistas habían decidido atacar esta sala de conciertos, que se encuentra cerca de la plaza de la República.

Los tres kamikazes suicidas se hicieron saltar con los chalecos de explosivos que llevaban en los camerinos de los artistas cuando la policía dio el asalto, según las informaciones de Revert, nuevo propietario que adquirió la sala el pasado 11 de septiembre.

Antes, y durante cuatro décadas, el teatro perteneció a los hermanos Pascal y Joel Laloux, hasta que lo traspasaron hace unas semanas. La sala había sido objeto de amenazas de grupos radicales porque acusaban a sus históricos propietarios, judíos, de organizar galas para recaudar fondos para la policía fronteriza del ejército de Israel, el Magav.

En 2011, la policía francesa interrogó a Dodi Hoxha, una francesa de origen albanés y militante de un grupúsculo egipcio próximo a Al Qaeda llamado Jaish al-Isalm y sospechosa de estar vinculada al ataque de esa célula contra un grupo de franceses en El Cairo en el que murió una joven de 17 años, Cécile Vannier.

Hoxha confesó que un belga detenido en Egipto y llamado Farouk Ben Abbes, tenía "un proyecto de atentado contra la sala Bataclan", explicaba entonces el diario francés Le Figaro, sin ofrecer más precisiones.

Ya en 2008, el Bataclan había sido objeto de intimidaciones en un vídeo publicado en internet en el que puede verse una decena de jóvenes con la cara cubierta con pañuelos palestinos (kufiyya). En el vídeo se ve cómo los individuos se acercan hasta la sala y le dicen a un miembro de seguridad de la entrada que traslade a los propietarios su exigencia de que deje de albergar la citada gala.