Rusia se ha mantenido impasible en la defensa de sus acciones en Ucrania frente a los reproches del resto del Consejo de Seguridad de la ONU tras su anexión de Crimea, en una reunión en la que se subió el tono ante el cruce de acusaciones.
El subsecretario general de la ONU, Jan Eliasson, ha advertido al inicio de la reunión de una "escalada peligrosa" de las tensiones en Crimea que amenaza con tener implicaciones para la paz y la seguridad de la comunidad internacional. Por su parte, el enviado de Naciones Unidas para estudiar la situación de los derechos humanos en Ucrania, Ivan Simonovic, ha comentado que en los últimos días ha habido "cambios tremendos" en Crimea que "lamentablemente no son para bien". Y añadió, que considera "urgente" evaluar las informaciones sobre violacines de derechos humanos en Crimea.
El embajador ruso, Vitaly Churkin, ha defendido en esta reunión que la incorporación de Crimea a Rusia "ha corregido una injusticia histórica" e insistió en los argumentos de Moscú de que en el actual Gobierno ucraniano hay elementos "racistas, antisemitas y xenófobos", y señaló con ironía que "es con ellos con los que la Unión Europea quiere firmar un acuerdo de asociación".
Paralelamente, los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho debatirán en la cumbre que comienza este jueves adoptar nuevas sanciones contra Rusia. Además, para demostrar su apoyo a Ucrania, firmarán con su primer ministro, Arseni Yatseniuk, los capítulos políticos del nuevo Acuerdo de Asociación.
Sin embargo, los líderes europeos no tienen previsto activar de momento la denominada "tercera fase" de medidas contra Moscú, que incluye sanciones económicas, comerciales y energéticas, debido a la fuerte división entre los Estados miembros y al temor a las consecuencias que podría tener para la propia UE, fuertemente dependiente del gas ruso.
Mientras que Reino Unido, Polonia, Lituania o Suecia piden la máxima dureza contra Rusia, otros países como Alemania o España abogan por mantener el diálogo y evitar que aumente más la tensión.
Ante estas diferencias, lo más probable es que los Veintiocho se limiten a ampliar la lista de 21 dirigentes rusos y ucranianos a los que se ha congelado las cuentas y prohibido viajar a la UE, incluyendo a gente "próxima" al presidente, Vladimir Putin. También podría oficializarse la suspensión de la próxima cumbre entre la UE y Rusia prevista para junio.