La primera central nuclear flotante del mundo, la rusa 'Akadémik Lomonósov', construida a prueba de tsunamis e impacto de icebergs, zarpó con rumbo al Océano Glacial Ártico entre las críticas de los ecologistas que la consideran una bomba de relojería comparable a la planta de Chernóbil.
La planta flotante de 144 metros de eslora y 30 de manga es remolcada por dos rompehielos, llegará a su puerto de destino dentro de tres semanas y comenzará a generar electricidad en diciembre, según informó la corporación Rosenergoatom.
Proyecto iniciado en 2006 y que se vio lastrado durante años por la crisis económica, utiliza la misma tecnología que los rompehielos atómicos soviéticos, aunque este caso cuenta con dos reactores (KLT-40S) de pequeño tamaño.
Con una potencia conjunta de 70 megavatios y 50 gigacalorías, la planta tiene capacidad para suministrar electricidad y energía calorífica a una ciudad de casi 100.000 habitantes.
Una vez atraque en Pevek, no lejos del estrecho de Béring, será la central nuclear más septentrional del planeta, lo que ha disparado la alarma de Greenpeace y otras organizaciones.