Apenas 24 horas después de la firma de un acuerdopara exportar cereales desde Ucrania, Rusia ha atacado Odesa.Las autoridades ucranianas han denunciado el impacto de al menos dos misiles este sábado sobre el puerto de la ciudad, uno de los incluidos en el acuerdo para reanudar las exportaciones.
Las autoridades rusas, por su parte, han negado a Turquía su participación en el bombardeo, que ya ha sido condenado por la ONU y la Unión Europea, mientras el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aseverado que este nuevo bombardeo demuestra que "da igual lo que Rusia prometa, siempre encontrará una manera de no cumplirlo".
Mientras tanto, la invasiónque muchos auguraban meteórica cumple 150 días y es hoy una angustiosa letanía de civiles muertos y un país destruido por las bombas y el odio.
Tras casi cinco meses de guerra, todavía vemos desgarradoras imágenes como la del dolor de un hombre por su hijo muerto, un niño de tan solo 13 años que esperaba al autobús cuando un misil ruso le alcanzó. Solo unos días antes, la pequeña Liza, de cuatro años, se convertía en víctima mortal de otro ataque de Moscú.
Vidas inocentes perdidas y la impotencia de un país que ve como su esperanza de futuro desaparece. De hecho, la Fiscalía ucraniana habla ya de 358 menores muertos y cerca de 700 heridos desde que comenzó la invasión, sin contar con los desaparecidos en fosas todavía no encontradas.
Y es que, en el transcurso del conflicto, Rusia ha demostrado que sabe cavar, levantar y remover la tierra para esconder los cadáveres que deja a su paso. En la región de Kiev, ocupada por los rusos, esta semana se han encontrado más de 1.346 cuerpos de residentes locales. Un horror que ya dejó su huella en Bucha, donde el 90% de los cadáveres presentaban heridas de bala.
En este tiempo, Moscú ha dejado claro que no guarda ningún respeto por los derechos humanos o los corredores humanitarios, como quedó patente en la explosión en Irpín que, a comienzos de la guerra, fulminó en segundos la esperanza de toda una familia por huir del conflicto.
Naciones Unidas habla ya de 5.100 muertos identificados desde el inicio de la invasión, que ha obligado a unos 9,5 millones de ucranianos a abandonar el país.