El gobierno de Gran Bretaña anunciará este martes la hoja de ruta para una nueva ley que prohíba a quienes ingresan al país a través de rutas no oficiales solicitar asilo, en un intento por detener a decenas de miles de inmigrantes que llegan a sus costas en pequeñas embarcaciones.

El primer ministro Rishi Sunak ha hecho de detener las llegadas de barcos una de sus cinco prioridades clave después de que el número de inmigrantes que llegan a la costa sur de Inglaterra se disparó a más de 45.000 el año pasado, con alrededor del 90% de ellos solicitando asilo.

La nueva legislación significará que cualquier persona que llegue en botes pequeños no podrá solicitar asilo y será deportada a los llamados terceros países seguros, según funcionarios del Gobierno, que pidieron no ser identificados.

"Tenemos una situación inaceptable, privando a las personas que realmente necesitan nuestra ayuda y eso simplemente no es justo, por lo que tenemos que eliminar el incentivo para saltarse la fila viniendo aquí ilegalmente y detener los barcos", ha asegurado el portavoz del primer ministro.

La organización benéfica Refugee Council dijo que decenas de miles de refugiados genuinos a los que previamente se les habría otorgado asilo serían "encerrados como criminales" según los planes, lo que "rompería" los compromisos de Gran Bretaña bajo la convención de refugiados de la ONU.

La ira por la inmigración en algunas áreas ha jugado un papel definitorio en la política británica durante la última década, y los activistas la han utilizado con éxito como una herramienta para impulsar el apoyo al Brexit antes del referéndum de 2016.

El control de la inmigración fue el tercer tema más importante para los votantes después de la economía y el funcionamiento del servicio de salud, según encontró una encuesta realizada por YouGov en noviembre. La encuesta encontró que el 87% del público pensaba que el gobierno estaba manejando mal el tema.