Revolución en la democracia británica: los lores van a perder sus derechos hereditarios en el Parlamento. Durante más de 200 años, 92 escaños de la Cámara Alta británica se iban heredando de padres a hijos. Todos, casualmente, hombres blancos y con una media de edad de 70 años. Ahora, el gobierno laborista está dispuesto a terminar con algunos de sus privilegios y ha anunciado que va a legislar contra esta tradición centenaria para que la sangre nunca más vuelva a ser suficiente para tener el sillón garantizado.
Quienes componen la Cámara de los Lores Espirituales y Temporales del Reino Unido son intelectuales, personas de prestigio o reputados empresarios que actúan como sabios y asesores en asuntos complejos.
788 miembros en total que, eso sí, no han sido elegidos a través de las urnas: 26 de ellos, obispos anglicanos colocados por la iglesia inglesa; 670, por la corona británica con el asesoramiento de primeros ministros; y los restantes 92 gozan por herencia del privilegio de ser Lord. Pero ahora las cosas van a cambiar.
El secretario de Estado para la Constitución, Nick Thomas-Symonds, ha criticado que "en la Casa de los Lores hay aún 92 pares hereditarios que pueden votar sobre nuestras leyes básicamente por su nacimiento".
Esta propuesta llega de la otra cámara, la baja, la de los comunes, la cual sí que está compuesta por representantes elegidos por la ciudadanía.
Aunque Tony Blair ya dio un primer hachazo a los lores hereditarios en 1999 expulsando a 600 y dejando solo a estos 92: todos blancos, y, hoy, con una media de edad de 70 años. Ahora, el también laborista Starmer quiere acabar también con privilegios como los de Edward Fitzalan-Howard, duque de Norfolk.
A pesar de ocupar el escaño que ostenta su familia desde el primer Parlamento Inglés allá por la Edad Media, solo ha votado durante 21 años en 12 ocasiones.