Los resultados de las elecciones generales neerlandesas, que otorgaron 33 escaños al Partido Popular por la Democracia y la Libertad (VVD) del primer ministro Mark Rutte con el 94,3% del voto escrutado, abrieron la puerta a la formación de un Gobierno de coalición de centro-derecha en Holanda.

Los diputados del VVD, junto con los 19 que han logrado tanto Llamada Democristiana (CDU) como los centristas de Demócratas 66 (D66), darían lugar a un Ejecutivo en minoría con 71 apoyos parlamentarios.

El primer ministro ya adelantó durante un debate electoral que los socios de coalición que tiene en mente son D66 y CDA.

El líder de D66, Alexander Pechtold, también apostó durante la campaña por un gobierno progresista "de centro" formado con los liberales y los democristianos.

Para superar los 76 parlamentarios que proporcionan la mayoría absoluta en una Cámara Baja con 150 miembros, Rutte podría recurrir a los 9 escaños de los laboristas (PvdA), sus socios de Gobierno en la pasada legislatura.

Sin embargo, queda por ver si el PvdA está dispuesto a volver a pactar con los liberales de derechas del VVD tras cuatro años y medio de alianza y la pérdida de 29 escaños en estos comicios.

Su líder, Lodewijk Asscher, dio un discurso tras la publicación de los sondeos a pie de urna en el que reconoció la derrota de su partido y, entre lágrimas, aseguró que seguirá siendo líder de su formación y que luchará "por una economía justa y una sociedad decente" en Holanda.

Pese a los 20 escaños del Partido de la Libertad, la mayoría de formaciones políticas ya manifestaron durante la campaña electoral su negativa a pactar con el ultraderechista y eurófobo Geert Wilders.

De hecho, Rutte aseguró durante las semanas previas a los comicios que la probabilidad de gobernar junto a Wilders "no es 0,1, sino cero".

Aun así, el líder xenófobo, que entre 2010 y 2012 actuó como apoyo externo del primer Gobierno liderado por Rutte, llegó a exigir "un puesto en la futura coalición" y argumentó en su favor haber ganado cinco escaños, frente a las pérdidas del VVD con respecto a los anteriores comicios.

Tampoco parece probable una alianza entre las fuerzas de izquierda, pese al ascenso del partido verde Groenlinks, que ha pasado de los 4 hasta los 14 asientos en el Parlamento neerlandés.