Entrevista en Al Rojo Vivo
El relato del horror de Kayed Hammad, los ojos de laSexta en Gaza tras conseguir llegar a España: "Es como vivir en el corredor de la muerte"
Los detalles El productor y traductor gazatí logró escapar de Gaza con su esposa y tres hijos, dejando atrás a su país y a su hijo mayor, muerto en un bombardeo. En Al Rojo Vivo, relata cómo sobrevivió al infierno y lo irreal que es vivir sin miedo.

Resumen IA supervisado
Kayed Hammad, productor gazatí y antiguo colaborador de laSexta en Gaza, describe la vida en la Franja como una constante lucha por la supervivencia, comparándola con vivir en el corredor de la muerte. En Gaza, la vida es una ruleta rusa diaria, enfrentándose a la amenaza de bombardeos y la escasez de alimentos. Hammad relata su experiencia de sufrir un infarto sin acceso a medicamentos y el horror de presenciar amputaciones sin anestesia. La violencia le obligó a huir y le arrebató a su hijo mayor, Omar, en un bombardeo. Ahora, lejos de Gaza, él y su familia aún se adaptan a una vida sin violencia, disfrutando de la tranquilidad y la naturaleza que antes les eran ajenas.
* Resumen supervisado por periodistas.
"Gaza es como vivir en el corredor de la muerte, encerrado en la mayor cárcel del mundo al aire libre", así resume Kayed Hammad, productor gazatí y el que fue los ojos de laSexta en Gaza, la angustiosa realidad que padecen a diario los habitantes de la Franja. Una situación insoportable que, como él mismo señala, sería impensable en cualquier otro lugar del mundo para poder sobrevivir siquiera un día.
La vida en Gaza, cuenta, es como jugarse la vida cada día. Como una ruleta. Puede tocarte por una bomba o por no tener qué comer. Porque allí, sobrevivir no es vivir. Es resistir. Hacer cualquier cosa por llegar al día siguiente. "La comida es la de los animales. Harinas con arena. Lo que se les da a los burros", dice.
Hammad recuerda cómo sufrió un infarto y logró sobrevivir sin recibir atención médica, simplemente porque no había medicamentos disponibles. El recuerdo del hospital aún le duele: "El médico me miró y solo pudo pedirme perdón. Me dijo: 'Lo siento, no puedo hacer nada por ti'".
Pero lo más desgarrador, dice, no fue su propia experiencia, sino lo que vio a su alrededor. "Presencié cómo le amputaban la pierna a un hombre, por encima de la rodilla, sin anestesia, justo frente a mí. Entonces le dije a mi hijo: mejor llévame a morir a otro lugar".

La violencia no solo lo forzó a abandonar su país, también le arrebató lo más preciado: su hijo mayor, Omar, murió en un bombardeo mientras intentaba conseguir un medicamento para un amigo. "Murieron los dos, él y su amigo. Pero al menos he logrado salvar a otros tres de mis hijos", dice con una mezcla de dolor y alivio.
Hoy, lejos de Gaza, Kayed y su familia aún no terminan de asimilar la nueva realidad. Cada detalle cotidiano se siente extraordinario. "Por la noche mis hijos pueden dormir tranquilos. No hay drones, no hay bombardeos", relata. Y por el día, se quedan mirando los árboles. Las montañas. El verde. Acostumbrados a la destrucción, todo eso aún les parece irreal.