El presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, insiste en que volverá a Venezuela pronto. "Llegaremos a Caracas en los próximos días", dijo. Pero no está claro si podrá hacerlo ni cómo.

Guaidó se marchó de Venezuela la semana pasada. Dice que cruzó la frontera corriendo junto a un grupo de colaboradores. Maduro ya ha dicho que tendrá que enfrentarse a la justicia por salir del país sin permiso. Pero detener a Guaidó puede tener un coste que no le interese al gobierno bolivariano.

"Sería nefasto para el régimen de Maduro, por lo menos en términos internacionales. Le pondría directamente en un foco en el que no sé si Maduro quiere estar. Justificaría acciones que se pudieran tomar de mucha mayor fuerza contra él", explica la coordinadora de América Latina en Fundación Alternativas, Érika Rodríguez.

A nivel interno, también es un riesgo. Porque podrían convertir a Guiadó en un mártir. "Estamos en momentos de mucho simbolismo, mucha propaganda, mucho efectismo en la comunicación. Al igual que Maduro puede optar por la detención para remarcar la firmeza que tiene como gobernante, también puede optar por una lógica de: Si Guaidó no ha conseguido grandes logros en este tiempo, si no avivas el avispero puede que simplemente vaya decayendo su legitimidad y su poder", explica el director de El Orden Mundial, Fernando Arancón.

Para Guaidó, conseguir volver a Venezuela es fundamental. No quiere convertirse en un presidente en el exilio. "El momento en que se sale del país y traslada su sede fuera, en el caso de que lo hiciera, pierde buena parte de su legitimidad como intento de toma del poder. Se convierte en una especie de embajador de la oposición", señala Rodríguez.

Guaidó necesita volver para mantener el pulso, aunque sabe que el tiempo corre en su contra.