Ya es oficial. Putin ha firmado la ley que prohíbe lo que llaman la propaganda LGTBI. Con ella, cualquier libro, anuncio, serie o revista que aborde este tema se puede enfrentar a una multa de hasta 160 mil euros e incluso pena de cárcel.

El texto, aprobado por unanimidad en el parlamento ruso, es impreciso sobre qué se va a considerar propaganda LGTBI. Sin embargo, ya se han bloqueado más de 7.200 sitios web. Los expertos creen que su objetivo no es otro que la autocensura, como la que se impondrá Pioter, propietario del primer museo LGTBI de Rusia.

Él ya ha tomado la decisión de empaquetarlo todo y guardarlo en cajas. Teme que esto solo sea el principio. "Este sistema no solo se comerá a las personas LGBTI, acabará con todos", confiesa a las cámaras.

A diferencia de Pioter, algunos ciudadanos rusos compran el discurso homófobo de Putin, pues creen que protege a los niños. "Es muy correcto porque no hay que incitar ni a los niños ni a los mayores", señala una mujer en la calle. Pero también hay quienes lo ven como lo que es: una restricción de libertades. "Ningún libro podría cambiar a una persona, es una tontería tenerle miedo", opina una joven.

Para Putin es la manera de frenar oscuridad que viene de Europa. El Kremlin quiere evitar imágenes como las de los altercados en mitad de la plaza roja de Moscú.