Nina Keneally, de 63 años, vecina de Brooklyn (Nueva York) y con dos hijos ya mayores, ha decidido alquilarse como madre y prestarse a darte consejo, ayudarte a cocinar o a comprar un regalo a cambio de 40 dólares la hora.
En una ciudad donde todo parece tener precio y el negocio de la soledad va en aumento, Keneally se animó a sacar partido a su experiencia personal y profesional para ponerse al servicio de los millones de jóvenes que luchan por hacerse un hueco en la Gran Manzana.
"Soy una persona que puede escucharte mientras tomamos un café y que puede darte consejo sin que acabemos discutiendo por viejas rencillas del pasado", explicó en conversación. "A veces necesitas una madre, solo que no la tuya propia", dijo entre risas.
Aunque la siempre sonriente madre de alquiler parece dispuesta a ayudarte en todo y ser tan paciente contigo como si te hubiera parido, Keneally tiene claro cuáles son sus límites. "No soy quien estás buscando si quieres que limpie el baño o te haga la colada. Eso tienes que hacértelo tú, que es lo que te diría tu madre", afirmó.
La mayoría de quienes la contactan son veinteañeros o treintañeros estadounidenses cuyas verdaderas madres viven en la otra punta de EEUU.
Preguntada por si sus propios hijos, de 27 y 30 años, no sienten envidia de que desconocidos puedan disfrutar de la misma tarta que les hacía a ellos por su cumpleaños, Keneally explica que a sus hijos no les quita el sueño y que, de hecho, a ella siempre le ha gustado ayudar a los amigos de sus hijos.