Roman Protasevich, detenido a finales de mayo cuando el gobierno bielorruso desvió hacia su país el avión en el que volaba el periodista, ha reaparecido en la televisión pública para realizar una serie de declaraciones de lo más sorprendente, confesando todos los delitos de los que le acusaban. Niega haber sido forzado a hacer esta entrevista. "Me siento genial. Lo único que tengo es un poco de frío, pero esa no es razón para posponer la entrevista", ha asegurado.
Protasevich, que actualmente se encuentra en una prisión del KGB bielorruso tras su detención, se muestra completamente arrepentido ante las cámaras; aparentemente confiado y decidido, entona el 'mea culpa': "Admito mi culpabilidad, fui una de las personas que organizó las protestas de agosto de 2020. Acabó en disturbios violentos y durante días hubo un caos en Minsk".
Algo que ya reconoció hace tan solo unos días desde la prisión, en un vídeo en el que aparecía nervioso y con el rostro magullado. Ahora, aunque se le ha podido ver cortes en sus muñecas, su actitud es otra, llegando a declarar incluso su admiración por Lukashenko: "Critiqué mucho a Alexandr Lukashenko, por supuesto, porque pensé que tenía buenas razones para ello. Le ruego que me disculpe, él es un hombre con auténticos huevos de acero".
No duda tampoco en dar nombres de presuntos conspiradores. En este sentido, y de forma rotunda, asegura que occidente quiere desestabilizar Bielorrusia financiando a los medios opositores. "Frotándose las manos, nos ofrecieron financiación para nuestro medio. Nos dijeron: 'Chicos, Estados Unidos quiere poner el dinero'", ha asegurado Protasevich Declaraciones que, lejos de hacer tambalear a su entorno, reafirman la teoría de que está siendo coaccionado.
"Estoy orgullosa de mi hijo. A pesar de que se vea obligado a hacer esto, comprendan que ahora lo tienen como rehén", ha denunciado Natalia Protasevich, madre del periodista encarcelado. La familia asegura en este sentido que es el discurso forzado de un prisionero político, y que las marcas de las esposas en sus muñecas son evidentes. Ahora mismo, Europa sigue presionando prohibiendo a los aviones bielorrusos sobrevolar el espacio de la Unión.
No obstante, la líder de la oposición bielorrusa pide más acción. Todo para conseguir la liberación de Protasevich, cuya serenidad se ha ido diluyendo. Tras hora y media de entrevista, convertida ya en interrogatorio, se acaba derrumbando. "¿Cooperará?", le pregunta el periodista. Él asiente, y se limita a decir que solo quiere "una vida tranquila". Las lágrimas brotan de sus ojos y obligan a interrumpir la grabación.