Con un 'sí, quiero', la princesa Mako ha dejado de pertenecer a la familia imperial de Japón, tras casarse este martes con su novio de la universidad, un plebeyo. Para ella no ha habido boda con pompa ni tampoco ceremonia civil, pero ha puesto fin así a años de obstáculos, tensión y críticas.

La ya exprincesa abandonaba el palacio imperial con una reverencia ante los medios allí presentes. Del mismo modo se despedía de sus padres, pero no de su hermana, que no ha podido evitar romper el protocolo dándole un abrazo.

De esta forma, la sobrina mayor del actual emperador Naruhito y primogénita del príncipe heredero, Fumihito, decía adiós a sus privilegios y comenzaba su vida de plebeya. Todo por haberse casado horas antes con Kei Komuro, un hombre por cuyas venas no corre sangre azul, pero también por ser mujer, ya que los hombres de su familia no tienen que renunciar a nada en estos casos.

Mako ha pedido perdón "a quienes tienen problemas" con su boda, un matrimonio que no solo no ha tenido una celebración ostentosa típica, sino tampoco ceremonia civil y que ha hecho que miles de japoneses hayan salido a las calles para protestar por el enlace.

Sin embargo, a pesar de las movilizaciones, años de persecución mediática y un supuesto escándalo financiero de la madre del novio, un 77% del pueblo nipón aprueba la relación: apoyan que haya prevalecido el amor sobre los obstáculos, que han provocado a Mako un trastorno de estrés postraumático tras anunciar su compromiso.

"Amo a Mako", sostenía este martes el novio ante la prensa, mientras la que fuera princesa afirmaba: "Kei lo es todo para mí". Ahora, los plebeyos señor y señora Komuro iniciarán una nueva vida en Estados Unidos, lejos de la sombra del imperio.