Lula da Silva es ahora mismo el favorito en todas las encuestas, un indicativo de que podría convertirse en el próximo presidente de Brasil en las elecciones del domingo. Pero atrás deja un infierno: fue encarcelado durante 20 meses acusado de corrupción. A pesar de que el caso fue archivado, su adversario Jair Bolsonaro prefiere obviarlo: lleva toda la campaña acusándolo de ser un ladrón. "Su gobierno fue el más corrupto de la historia de Brasil", ha asegurado durante una intervención.

A tres días de las elecciones nacionales, Bolsonaro - a quien las encuestas le otorgan un segundo lugar con 18 puntos de desventaja - arremete contra el sistema electoral. Cuestiona que solo un grupo reducido de funcionarios pueda tener acceso al sistema de votación.

Ante el posible fraude, el partido de los Trabajadores exige un rápido reconocimiento de los resultados. Lula no duda en defender su candidatura: "Y volveré, no para gobernar, volveré para cuidarlos, para que tengan derecho a vivir dignamente y felices".

Con todo ello, el próximo domingo finalizarán las elecciones en Brasil, unos comicios en los que han fallecido dos personas tras las disputas entre seguidores de Lula y Bolsonaro.