Charlie nació el pasado 4 de agosto con un trastorno llamado síndrome de agotamiento mitocondrial, una enfermedad rara que sólo padecen 16 niños en todo el mundo y que afecta a los elementos genéticos que dan energía a las células. Dicho síndrome provoca una debilidad muscular progresiva y un grave daño cerebral.

Los especialistas del Hospital Great Ormond Street aseguran que el bebé, de ocho meses, tiene un daño cerebral irreversible y el juez les da la razón. Acaba de autorizar que Charlie Gard -así se llama el pequeño enfermo- sea desconectado del soporte vital que le mantiene con vida; y todo ello sin la aprobación de sus padres, puesto que fueron los propios médicos quienes acudieron a la Justicia para que les autorizara desconectar a Charlie.

Connie Yates y Chris Gard, progenitores del niño, tenían planes para llevar al pequeño Charlie a Estados Unidos para someterle a un tratamiento experimental tras haber recaudado más de un millón de euros. Aseguran que su hijo "no está sufriendo" y merece "una última oportunidad de vivir".

La abogada de la familia, Laura Hobey-Hamsher, asegura que los padres están "devastados" por la decisión de la corte británica, aunque tienen la intención de presentar un recurso. "No sentimos que esté sufriendo. Si estuviera dolorido, no estaríamos buscando extenderle la vida", afirma el padre del menor.

Charlie Gard, el bebé con una enfermedad rara que necesitaba dinero para tratarse en EEUU

El juez Nicholas Francis señala que tomó la decisión con mucha tristeza pero con la "absoluta convicción" de que sería lo mejor para el niño. "Sé que este es el día más triste para los padres de Charlie, pero espero que con el tiempo lleguen a aceptar que esto es lo mejor para él: dejar que descanse en paz", añade el juez en una entrevista recogida por la BBC.

El magistrado no dudó en elogiar la entrega de los padres hacia su bebé pero se muestra rotundo en el fallo. Francis destacó su "valiente y digna campaña por su hijo" y por su "absoluta dedicación a su maravilloso hijo, desde el momento que nació".

Sus padres, de Bedfont (Londres), estaban recaudando dinero para financiar el tratamiento del pequeño en el extranjero a través de una campaña de crowdfunding, en la que ya llevaban más de un millón de euros gracias a 80.000 donantes.