El pontífice aterriza la tarde del miércoles en Nairobi en medio de unas extraordinarias medidas de seguridad y una templada expectación ciudadana, de confesión protestante en su mayoría.
Diez mil agentes velarán por la seguridad en una ciudad que cerrará por completo sus principales avenidas durante la mayor parte de la visita, que se prolongará hasta el viernes. En la jornada de su llegada, el papa será recibido por el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, junto al que hablará públicamente antes de reunirse con otras autoridades del país.
La etapa inicial de este viaje, el primero que emprende el pontífice por tierras africanas, ha sido considerada de alto riesgo ante la permanente amenaza de atentado del grupo yihadista somalí Al Shabab.
Desde que el Gobierno keniano decidió enviar tropas a Somalia, el citado grupo terrorista ha respondido con decenas de atentados, algunos especialmente graves, como el de septiembre de 2013 en Nairobi (67 muertos en un centro comercial) o el del pasado abril en la Universidad de Garissa (147 muertos).
Los líderes de Al Shabab -que ha matado a cientos de personas en en el resto del país- recuerdan periódicamente que seguirán disparando hasta que el Gobierno de Kenyatta retire a sus soldados. Los actos más importantes de la visita del papa a Nairobi tendrán lugar el jueves, con el oficio de una misa en el recinto de la Universidad pública y un discurso sobre el medio ambiente en las instalaciones de la ONU.