Hace diez años Jorge Mario Bergoglio aparecía en en la plaza de san Pedro para pedir la aprobación de los fieles y convertirse en el papa Francisco. Este fue el primer salto del protocolo que realizó y que anticipaba cómo sería su modo de papado.

La siguiente vez que pudimos verle saltándose el protocolo fue su primera salida del Vaticano, que fue a la isla de Lampedusa. El papa Francisco no ha dejado de implicarse, con más o menos resultados, en asuntos geopolíticos: Cuba, Colombia y las FARC, Estados Unidos, la guerra de Siria, y más recientemente: la Guerra de Ucrania, en la que se ha ofrecido a mediar.

Además, el pontífice ha afrontado también problemas internos, como los abusos durante siglos a comunidades indígenas, o la terrible pederastia dentro de la Iglesia. Temas a los que quiso arrojar luz con una investigación interna.

Por otro lado, ha puesto el foco en lo que llama males modernos: la indiferencia, la cultura del descarte o el excesivo liberalismo económico. Sin embargo, hay quienes esperaban más, por ejemplo, en su postura en torno al matrimonio homosexualo el aborto.

Su salud se ha resentido recientemente, y es que en este tiempo ha sufrido un problema de rodilla y ciática. Además, ha tenido que someterse a una operación de estómago. Pese a todo, dice que renunciará solo cuandono vea las cosas con claridad.

Mientras tanto, todavía le quedan ganas para seguir al frente de la Iglesia. De hecho, hace unos días abrió la puerta arevisar el celibato en la Iglesia occidental.