Rostislav Filippenko, matemático español de origen ucraniano, decidió que no se iría de su país cuando estalló la guerra, hace más de un año. Todo lo contrario: Ros quería ayudar, y eso fue lo que directamente preguntó en el hospital más cercano de su casa, en la ciudad de Jarkiv, donde vivía y sigue viviendo con su familia.

"Pensé ¿cómo puedo ayudar? Ya que decidí quedarme aquí con mi familia. Me acerqué al hospital para que me dieran una lista de necesidad y con esa lista he estado consiguiendo material para ellos", cuenta al micrófono de laSexta. Necesitaban medicamentos, le dijeron. Gracias a sus amigos españoles, pronto pudo hacer acopio de fármacos.

Farmacia de guerra

Ha recibido, incluso, tratamientos para pacientes con cáncer. Hacerse con estas medicinas, en plena guerra, es casi misión imposible. De hecho, muchos pacientes han tenido que interrumpir sus tratamientos oncológicos y sus sesiones de quimioterapia. Algunos de ellos, se almacenan en una cámara de frío que Ros ha montado en un antiguo búnker soviético.

Raisa es una de las cientos de personas que cada día acude a esta farmacia improvisada. No recoge fármacos para ella, sino para su marido: "Está en cuarta fase de quimio". De no ser por Ros,confiesa que tendría que invertir dos pensiones para poder pagarlos.

Una de las que se encarga de reparto es Sana, farmacéutica y voluntaria, que se lamenta de que, aunque intentan llegar a todo, hay algunos medicamentos que no tienen: "Queremos ayudar, pero no siempre sale", añade.

Sin embargo, pueden estar contentos. La ONG fundada por Ros, Mission Kharkiv ha conseguido ayudar a que más de 60.000 personas mantengan sus tratamientos. Colabora, además, con 31 hospitales de su país.