Las tremendas estampas de la ciudad de Madaya son sólo "la punta del iceberg" de la situación que se vive en muchas localidades sitiadas a lo largo de Siria, avisó la ONU, que redobló su presión para que se levanten inmediatamente todos los asedios.

"Madaya ha golpeado la conciencia del mundo con horrorosas imágenes de malnutrición y hambre. Lamentablemente, los sitios y la inanición como arma de guerra se han convertido en rutina y en algo sistemático en Siria", denunció la subsecretaria general adjunta de la ONU para Asuntos Humanitarios, Kyung-wha Kang.

Lo hizo en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad, donde las potencias hicieron el enésimo llamamiento a las partes del conflicto para que permitan el suministro de ayuda humanitaria a toda la población.

La cita coronó una semana de creciente presión por parte de Naciones Unidas para tratar de poner fin a los sitios de ciudades en Siria, en la antesala del inicio de las conversaciones de paz, previsto para el próximo día 25.

Madaya, una localidad de unos 42.000 habitantes a la que las agencias humanitarias entraron esta semana tras meses sin acceso, se ha convertido de pronto en el símbolo de la situación extrema que vive la población sitiada, sin acceso a alimentos, medicinas y otras necesidades básicas.

Según Naciones Unidas, hay unas 400.000 personas que viven en localidades sitiadas tanto por el Gobierno como por el Estado Islámico (EI) y otros grupos como el Frente al Nusra.

Además, unos 4,5 millones de personas residen en áreas consideradas de difícil acceso por las agencias humanitarias, que llevan años insistiendo en la necesidad de mejorar un suministro de ayuda que deja de lado a muchos sirios.