Naciones Unidas condenó el asesinato de un empleado libanés del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el oeste de la ciudad de Taiz, en Yemen, y enfatizó en la necesidad de que las partes en conflicto protejan a los cooperantes que brindan asistencia humanitaria.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se pronunció sobre el ataque armado cometido contra un vehículo de la CICR y en el que falleció Hanna Lahoud, que estaba al frente del programa de detenidos en el Yemen y había trabajado en otros puestos y en otros países desde 2010.
Por medio de su portavoz, Stéphane Dujarric, Guterres expresó su "más profundas condolencias la familia, amigos y colegas del trabajador humanitario asesinado" y su solidaridad con el CICR.
Además, indicó en la declaración que los responsables "deben ser aprehendidos y enjuiciados", e instó a proteger a los cooperantes que prestan asistencia humanitaria a más de 22 millones de yemeníes que lo necesitan.
El CICR es una de las pocas organizaciones humanitarias que opera en el Yemen, debido a la inseguridad por los choques entre el ejército y los rebeldes, y la presencia además de grupos armados radicales como Al Qaeda.
El conflicto entre los hutíes y las fuerzas leales al Gobierno del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi comenzó en 2014, después de que los primeros se hicieran con el control de la capital y otras zonas del norte y el oeste del país.
La guerra se recrudeció en marzo de 2015 con la intervención de la coalición militar liderada por Arabia Saudí en apoyo a las tropas gubernamentales, lo cual ha exacerbado la crisis humanitaria en el país donde tres cuartas partes de la población necesitan ayuda de forma urgente.