El presidente estadounidense, Barack Obama, ha lamentado la "epidemia" de violencia armada que sacude a un país "resignado" a unas cifras de muertes y tragedias que son las mayores de un país avanzado. En la ceremonia en memoria de los doce fallecidos en un tiroteo en un centro administrativo de la Marina en Washington dijo que "vamos a tener que cambiar" para evitar que tragedias como ésta, que se han convertido "en rutina", dejen de ocurrir.

El presidente, que utilizó un tono más severo que en tragedias anteriores, dijo que el país ya acepta con "insidiosa resignación" que matanzas como la de Washington son "la nueva norma". "No podemos aceptar esto, no hay nada normal en que mujeres y hombres inocentes mueran a tiros en su lugar de trabajo, que mueran a tiros niños en los colegios o en las calles por las balas perdidas", afirmó el presidente frente a los familiares de las víctimas del tiroteo del complejo del Navy Yard, donde trabajan unas 3.000 personas, civiles y militares.

La matanza de Washington fue obra de Aaron Alexis, un ex soldado y contratista de Defensa, que tenía problemas mentales y que emprendió a tiros contra los trabajadores de este complejo a las afueras de la ciudad antes de caer abatido por los disparos de la policía.

Obama recordó que "no hay nación avanzada en el mundo que se enfrente a la violencia armada a la que se enfrenta Estados Unidos", donde el índice de muertes por arma de fuego es diez veces superior a cualquier otro país desarrollado. El presidente culpó directamente a la inacción de los políticos por las frecuentes matanzas o la violencia que a diario enfrentan ciudades como Chicago y aseguró que "lo sabio es reconocer que estas tragedias no son inevitables". Como ejemplo citó los cambios que se produjeron en Reino Unido o Australia tras matanzas con gran número de víctimas y donde solo hizo falta una de estas tragedias para impulsar cambios para que estos crímenes ahora sean "raros", mientras que "aquí sigue sin cambiar nada".

El presidente recordó otras matanzas provocadas por personas armadas y con problemas mentales como las de la base militar de Fort Hood (Texas, 2009, 13 muertos), la de Tucson (Arizona, 2011, 6 muertes), la de un cine de Aurora (Colorado, 2012, 12 muertos) o la muerte de una veintena de niños de primaria el pasado diciembre en Newtown (Connecticut). "Estas matanzas ocurren con el trasfondo de una epidemia de violencia en nuestras calles", lamentó, después de que solo este fin de semana fueran tiroteadas en diferentes trifulcas más de una decena de personas en Chicago, pocos días después de otro incidente con más de 20 heridos por arma de fuego, entre ellos un niño de 3 años.

"A estas alturas debería estar claro que el cambio no vendrá de los políticos en Washington, incluso después de que la tragedia golpeara la ciudad. El cambio vendrá del pueblo estadounidense", opinó el mandatario. Desde el trágico tiroteo de Newtown (noreste) a manos de un joven de 20 años con problemas mentales y un arsenal en armas, la Casa Blanca ha intentado reforzar los controles psicológicos y penales para acceder a un arma y limitar la potencia de fuego de las mismas. Obama se encontró que la poderosa influencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y su buena mano entre republicanos y algunos legisladores demócratas, que dejaron en papel mojado los cambios ante la insistencia de que se debe vulnerar la Segunda Enmienda de la Constitución que consagra el derecho a portar armas.

El presidente de la NRA, Wayne LaPierre, ha comentado en una entrevista televisiva que la matanza de Navy Yard ocurrió porque el complejo "estaba totalmente desprotegido" y, como pasó tras Newtown, ha rechazado la necesidad de cambiar las leyes y recomendó que se permita cargar armas dentro de instalaciones militares, aunque como en este caso haya cientos de civiles y no estén en rol o zona de combate.

Obama por su cuenta dijo que habrá cambios para equilibrar la Segunda Enmienda con la necesidad de que "la violencia de las armas no desate el caos de forma regular".