El recrudecimiento del conflicto entre Israel y Palestina esta semana vuelve a provocar una nueva noche de bombardeos en Gaza. Diez palestinos, miembros de una misma familia, han muerto en un ataque aéreo israelí, en la escalada bélica que hoy entra en su sexto día.

Fuentes palestinas han asegurado que los diez miembros de la familia "Abu Hatab" son ocho niños y dos mujeres. Las fuentes describen el ataque como una "masacre" porque afirman que la casa de las víctimas fue bombardeada sin previo aviso.

Los médicos informaron de que "los cuerpos de los diez miembros fueron retirados de los escombros después de que la vivienda, en el campo de refugiados de al Shati, al oeste de la ciudad de Gaza, fuera atacada por bombardeos". El Ministerio de Salud palestino distribuyó una foto de un bebé de cinco meses, que es el único superviviente de la familia.

Durante la noche, los fuentes médicas dijeron que otros cuatro palestinos, incluidos dos hermanos, murieron en ataques contra una mezquita en el norte de Gaza, y todos fueron trasladados al Hospital Indonesio de la zona. Esto eleva a 140 el número de palestinos muertos, incluidos 40 niños y 20 mujeres, y un millar de heridos de diversa consideración, según el último balance oficial.

Israel, sin embargo, no mueve posiciones y mantiene que sus ataques son defensivos y están dirigidos a puntos estratégicos de Hamas. Sin embargo, desde Gaza todo se ve diferente.

Nidal Musa lleva 15 años en Gaza y es miembro activo del Gobierno palestino. Concretamente se dedica a restaurar infraestructuras dañadas y asegura que "todavía no se ha terminado con la destrucción del 2014" y ahora ya se necesitarán diez años mas.

Los bombardeos son continuos. Según explica Teresa Aranguren, periodista experta en Palestina, "el objetivo es convertirlo en un ghetto al que bombardear".

Pero la estrategia de defensa de Hamas tampoco ayuda. Sus cohetes, lanzados esta vez sobre Jerusalén, han sembrado el terror en las calles. De hecho, hay siete bajas israelíes, entre ellos un niño de seis años.

La escalada de violencia comenzó hace seis días en el barrio árabe Sheij Yarrah de Jerusalén oriental, un barrio propiedad de Jordania cedido a familias palestinas a las que ahora obligan a marcharse de sus casas.