En sus más de 800 años de vida, la catedral de Notre-Dame ha sido testigo de la historia de Europa y, con ella, del mundo. Sus arcos han visto coronarse a un emperador, gestarse una revolución y ni dos guerras mundiales pudieron acabar con ella.

La emblemática catedral se ha mantenido en pie en cada capítulo de la historia de Francia: a sus puertas se celebró la firma del Armisticio tras la Primera Guerra Mundial y fue testigo de la invasión de los nazis. A pesar del deseo de Hitler de destruir toda la ciudad, París y su gran señora resistieron y en agosto de 1944 acogió la misa en honor a la liberación del pueblo francés.

Sobrevivió también a la Revolución Francesa, durante la cual se perdieron varias estatuas de su fachada porque el pueblo creyó que representaban a reyes franceses. Muchos de los golpes que ha recibido en sus dos torres de 69 metros los podemos apreciar en emblemáticas obras de esta época, como 'La libertad guiando al pueblo', de Eugène Delacroix.

La libertad guiando al pueblo, de Delacroix

Tras el devastador incendio que ha sufrido, no será la primera vez que Notre-Dame resurja de sus cenizas: ya en 1871 sufrió varios daños en un incendio durante la Comuna de París.

Además, sus vidrieras han presenciado la autocoronación de Napoleón Bonaparte y la beatificación de Juana de Arco.

Pero Notre-Dame no se ha limitado a ser testigo, sino que también ha nutrido importantes capítulos de la cultura universal. Fue musa del escritor Víctor Hugo, que la convirtió en parte del imaginario colectivo universal.

En su novela 'Nuestra Señora de París', un jorobado, entre gárgolas, mostró al mundo la majestuosidad y los rincones más ocultos de esta catedral. Su publicación logró que se pusiera en marcha un proyecto de rehabilitación para poner freno al deterioro que sufría el monumento.

Notre-Dame también ha inspirado todo un repertorio de películas y letras de canciones, como 'Notre-Dame de Paris', de Edith Piaf. Entre todas ellas lograron construir uno de los grandes emblemas de la ciudad.