Safi Kungwa, mujer víctima de violación en Congo, relata cómo fue agredida sexualmente: "Obligaron a mis hijos a sujetarme las piernas y mi esposo estaba de pie junto a mí. Los rebeldes me violaron y después dispararon a mi marido. Eran cuatro, luego metieron un arma dentro de mi vagina".

En Congo llevan ya 22 años de guerra y los mismos de abusos. Cuando las mujeres llegan a los hospitales, si lo consiguen, ni los médicos son capaces de soportar lo que ven. Dentro se han encontrado restos de palos, bayonetas e incluso piedras.

"Me violaron de todas formas posibles, mis hijos estaban gritando en la habitación de al lado", relata una mujer víctima de violación en Bosnia.

La guerra de Bosnia fue también un auténtico festín para los depredadores, llegaron a existir hasta 67 campos de mujeres musulmanas, retenidas y violadas para dar a luz hijos bosnios.

Sus testimonios y los recogidos en Congo o Ruanda en 2008 obligaron a la comunidad internacional a tomárselo en serio. Pero la violación, como arma de guerra, es infalibe y, por eso, perpetua.

Ahora, con los hombres y los niños también como víctimas. De nuevo Siria, Sudán del Sur o Congo, donde trabaja el actual Nobel de la Paz, registran los casos más brutales. Denis Mukwege, médico congoleño y Nobel de la Paz, relató en Salvados el horror: "Una niña de 12 años tenía el recto completamente abierto, le salían los intestinos por el aparato genital".

Niños, víctimas todavía más indefensas para los depredadores invisibles de la guerra.