Nació bajo los escombros del terremoto que golpeó Siria. Su madre la mantuvo el tiempo suficiente con vida para poder rescatarla. "Cuando llegó tenía convulsiones porque había nacido tres horas antes de rescatarla", explicó uno de los médicos que la atendió. Pero cuando Aya fue ingresada, varios grupos trataron de secuestrarlaenel Hospital Cihan, en la localidad de Afrín. Esta pequeña es un ejemplo de vida pero también de los grandes riesgos que niños y niñas afrontan en desastres como este.

"El caso es tan absoluto que se junta niños desprotegidos, instituciones que no pueden llevar un control y fronteras en las que no hay ningún tipo de nada", denuncia desde Unicef Lorena Cobas. Los intentos de secuestros, denunciados por varias ONG, es algo demasiado común. "Perdida de niños que no se identifican, desaparecen del radar que tienen sus referentes adultos y esto es un riesgo muy grande", añade Sandra Ferrer de Plan Internacional.

Por eso, tras la primera fase de búsqueda de supervivientes, el foco deben de ser los niños. Ferrer insiste en la necesidad de unos primeros apoyos psicológicos para niñas y niños y de un espacio seguro, donde con más tranquilidad las ONG puedan identificar a los menores y a sus familias. "Que estén solos no quiere decir que no tengan familia", insiste Cobas.

Como Aya, quien se quedó sin madre y cuatro hermanos, pero será su tío, cuando salga del hospital, quien se quede con ella. Hay que hacer todo lo posible para que se repita el oscuro episodio de Haití. "Cogían los niños y les pasaban al aeropuerto. Una compañera nuestra nos contó que veía cómo gente iba con grupos de niños", explica Ferrer. Estos niños eran destinados a la trata, la explotación sexual o, en el mejor de los casos, a adopciones ilegales, aseguran desde las ONG.