Aderrien Murry es un niño negro de 11 años al que le encanta jugar y grabar vídeos en su casa. Pero el sábado pasado su vida casi termina porque fue tiroteado por un agente de policía, también negro. Los oficiales eran alertados por una discusión doméstica y se presentaron en la vivienda de Aderrien. Su madre Nakala Murry recuerda: "Empezaron a patear la puerta para echarla abajo".
La patrulla ordenó salir a la calle a toda la familia. Cuando Aderrien apareció desarmado por el pasillo, un policía, sin más, apretó el gatillo y le alcanzo en el pecho. Fue un gran impacto, afirma Nakala: "Estaba sangrando. Le abracé. Taponé su herida. Sangraba por la boca". El niño no entendía por qué le habían disparado. Entre lágrimas, preguntaba a su madre si había hecho algo malo.
El menor fue hospitalizado con un pulmón perforado, varias costillas rotas y el hígado dañado. Ken Featherstone, el alcalde de Indianola, Mississippi, confirma que acaban de darle el alta y van a colaborar en la investigación: "Van a tener transparencia por parte del ayuntamiento. No hay motivos para ocultar nada".
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Pero la familia de Aderrien está indignada. No se conforman con la suspensión de empleo y sueldo del policía que disparó al niño. Al que hace poco nombraban mejor agente del departamento. Han convocado una manifestación para exigir que le despidan y sea procesado.