En las costuras de los calzoncillos fue donde los agentes rusos colocaron el veneno con el que pretendían asesinar al opositor ruso Alekséi Navalni. La confesión se la han arrancado el propio Navalni al comando de expertos en armas químicas del FSB implicado en su envenenamiento.

A raíz de una investigación de la CNN, el opositor ruso contactó por teléfono con ellos y se las ingenió para engañar a los espías haciéndose pasar por uno de sus superiores, un alto funcionario del Consejo de Seguridad.

En 45 minutos ya tenía a los culpables de su envenenamiento y también el proceso que siguieron, pues le contaron la hazaña con todo lujo de detalles. Entre ellos, el de por qué el servicio de inteligencia ruso no consiguió matar a Navalni.

"Si el avión no hubiera aterrizado, el resultado habría sido muy distinto", aseguró Konstantin Kudryavtsev, uno de los agentes. Así, la decisión del piloto de realizar una parada de emergencia le salvó la vida.

Aunque en su traslado al hospital, que fue retrasado al máximo por las autoridades, sus calzoncillos desaparecieron, algo de lo que también se encargaron los agentes, para evitar dejar pruebas.

Estas revelaciones no parecen preocupar al presidente Vladímir Putin. "Si alguien quisiera envenenarle, probablemente habría terminado su trabajo", ha llegado a afirmar en una entrevista televisada. La investigación además muestra cómo el FSB no se molestó en borrar las evidencias de sus movimientos.