Con una superficie de 600.000 kilómetros cuadrados, Ucrania cuenta con el 56% de su territorio apto para el cultivo. A través de sus puertos, llegaba a exportar hasta seis millones de toneladas de grano cada mes. Sin embargo, el bloqueo de la guerra ha hecho que 22 millones de toneladas esperen todavía a ser embarcados.

David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, exigía que volviesen a abrirse los puertos ante una situación, alertando de que no era Ucrania la única afectada por la invasión rusa, sino también los países "más pobres entre los pobres".

Según Oxfam Intermón, se espera que haya 260 millones de personas más sumidas en la extrema pobreza en 2022. "Cuenta creer que Ucrania, un país que solía alimentar a 400 millones de personas, ahora esté sin producción", lamentaba Beasley.

La solución no es para dentro de unos meses, sino que debería producirse en semanas, ya que apremia poner la maquinaria en marcha cuanto antes para abrir puertos como el de Odesa y evitar así una auténtica catástrofe alimentaria.

La llave la tiene, claro, Rusia. El Kremlin tiene que ceder y no parece dispuesta a hacerlo si antes no se levantan sus sanciones, teniendo al alcance de la mano alternativas escasas e infructuosas.