Con un rifle en mano y una cámara enganchada a la cabeza el terrorista entra en una mezquita neozelandesa y empieza a retransmitir para el mundo su barbarie. Dispara a todo el que se le pone en el camino, también a niños.

Cinco minutos después y a tan solo seis kilómetros de allí es atacada otra mezquita de la ciudad de Christchurch, donde la población sigue conmocionada. "No sé cuánta gente ha muerto", dice un hombre visiblemente emocionado. Un doble atentado en el que se han sido asesinadas 49 personas y hay, además, decenas de heridos.

Otros por suerte relatan cómo pudieron escapar. "Me tumbé debajo de un banco, sabía que si salía me dispararía así que crucé los dedos", recuerda un hombre.

En la segunda mezquita un hombre incluso intento detener al atacante. "Un joven se abalanzó sobre él (el atacante) y le quitó la pistola", cuenta otro testigo del trágico suceso.

Gracias a su acción el terrorista huyó. Aun así es sin duda el ataque más sangriento de la historia del país. Las autoridades ya han detenido a cuatro personas: 3 hombres y una mujer, aunque han liberado a uno de ellos. Uno de los detenidos ha sido acusado de asesinato y comparecerá el sábado ante el juez.