Turquía ha anunciado su salida del Convenio de Estambul, por lo que deja a las mujeres del país totalmente huérfanas. Ellas mismas denuncian que ahora se sienten mucho más vulnerables. Cabe destacar, en este sentido, que solo en 2020, más de 300 mujeres fueron asesinadas por violencia machista.

Eres Keskin, abogada activista de los Derechos Humanos en Turquía, defiende que en en países como el suyo, "donde la opinión pública no tiene mucha fuerza, la solidaridad internacional es muy importante", un apoyo que las mujeres en Turquía necesitan ahora más que nunca.

En el caso de Keskin, al ser activista, se trata de un testigo demasiado incómodo para el Gobierno: "Tengo 140 causas abiertas contra mí, 18 de ellas están pendientes en el Tribunal Supremo", cuenta. Entre sus supuestos delitos se encuentra la férrea defensa de los derechos de la mujer. La activista se ha dejado la piel denunciando los abusos sexuales a mujeres en las cárceles turcas, siempre en primera línea de batalla.

Así fue la firma del Convenio de Estambul, "el tratado que protege a las mujeres"

Tenemos que remontarnos diez años atrás para llegar al momento en el que 45 miembros del Consejo Europeo firmaron el Convenio de Estambul, entre los que se encontraba España. Lola Liceras, activista del equipo de mujeres de Amnistía Internacional, destaca que "es el tratado internacional europeo más importante para proteger a las mujeres contra la violencia, contra cualquier forma de violencia".

Se trata de una herramienta perfectamente articulada que vigila a los países a través de informes vinculantes, no solo del Gobierno. "Permite lo que se llama 'informes sombra', que realizan organizaciones de Derechos Humanos o asociaciones de mujeres", señala Liceras.

En el último informe, reconocen el avance de España en la lucha contra la violencia machista y le pide que de un paso más: "Tiene que establecer una red de centros de apoyos a las mujeres que sean víctimas de violencia sexual", reclama la activista Lola Liceras.

Amnistía Internacional defiende que se trata de un convenio necesario y útil y advierte de que la decisión de Turquía podría arrastrar a otros países en Europa.