Más de 5.000 millones de euros deja acumulados 'Il Cavaliere' en patrimonio. Eso, según las estimaciones más conservadoras, porque fuentes como el índice Bloomberg o la prestigiosa revista Forbes lo elevan hasta unos 7.000 millones.

Una fortuna que él siempre dijo haber amasado "con mucho trabajo". Trabajo... e inversiones, especulación. "Ingenería fiscal" y planes decenales, según sus propias enseñanzas en foros económicos.

Un imperio, el de Berlusconi, sustentado sobre tres patas. La primera -que así empezó él en los años 60 del siglo pasado- como promotor inmobiliario, faceta que le acompañó durante toda su vida como empresario figura del emprendimiento (antes de que se hablara de éste como concepto).

A título personal, acumuló una docena de mansiones muy privadas... y, dicen, muy lujosas. Como Villa San Martino, la que era su residencia habitual, procedente de la nobleza del siglo XVII: tiene 3.500 metros cuadrados, pinacoteca propia, biblioteca antigua y parque con establos. Si tenemos en cuenta también las otras villas de Berlusconi en los alrededores (Villa Belvedere, en Macherio, y Villa Campari, en el Lago Maggiore), el valor aproximado ronda los 150 millones de euros.

En la misma línea, la segunda rama del imperio, las 'supervillas de vacaciones': desde Villa Certosa, Porto Rotondo -donde gustaba de recibir y agasajar a lideres como Putin-, a Cannes, las Islas Bermudas... Posee también un centenar largo de garajes parcialmente desocupados. Propiedades -algunas fuentes cuentan una veintena larga- valoradas en 500 millones y gestionadas por un holding, aportan rentas de 170.000 euros diarios.

La tercera rama, la verdadera gallina de los huevos de oro del Imperio Berlusconi, es el grupo empresarial Fininvest, cuyo origen se remonta a cuando Il Cavaliere empezó a comprar televisiones locales en los 70. A partir de ahí, pasó a ser un gran conglomerado mediático, la mayor editorial italiana, un banco... y hasta una aerolínea, que además de traer y llevar a los Berlusconi da servicio de 'jets privados'.

El inventario de propiedades lo completan piezas más 'esotéricas' como los derechos de un centenar de películas históricas, algún coche de alta gama, alguna embarcación, algún teatro, algún cine como el Fiamma de Roma que vendió el año pasado por 3,1 millones al Ministerio de Cultura...

La gran incógnita ahora es quién cogerá las riendas de este imperio. Los cinco hijos de Silvio ya poseían el 39% de esa tarta gigante de las inversiones que es Fininvest, pero sólo los dos mayores estaban hasta ahora verdaderamente implicados en el día a día. Las miradas están puestas sobre todo en ellos, Marina y Pier Silvio. Habrá que ver qué dispone el testamento y cómo acaba repartiéndose tan suculenta herencia.