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Monjas a la fuga: tres religiosas huyen de una residencia para volver al convento en el que pasaron décadas en Austria

El contexto Las hermanas Bernadette, de 88 años, Regina, de 86, y Rita, de 82, aseguran que prefieren "morir en un prado" que en la residencia en la que se encontraban.

Las hermanas Bernadette, de 88 años, Regina, de 86, y Rita, de 82.
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Tres monjas octogenarias de origen austriaco han protagonizado una historia de lo más sorprendente. Tras ser trasladadas a una residencia de ancianos contra su voluntad, las tres decidieron idear un plan y regresar al lugar que durante décadas fue su hogar: el convento Kloster Goldenstein, a las afueras de Salzburgo.

Las hermanas Bernadette, de 88 años, Regina, de 86, y Rita, de 82, fueron las últimas religiosas en vivir en el convento y ahora, años después y sin el consentimiento de las autoridades eclesiásticas, lograron volver al edificio en el que tantas historias vivieron.

"Estoy feliz de volver. Este es mi hogar", declaró la hermana Rita. Para ellas, la salida del convento en diciembre de 2023 fue una decisión impuesta. "Nadie nos preguntó si queríamos irnos. Teníamos derecho a quedarnos aquí hasta el final de nuestras vidas, y no se respetó", exaltó Bernadette.

El convento Kloster Goldenstein es un castillo convertido en un lugar religioso y colegio privado en 1877, que todavía sigue funcionando como centro educativo. Por su parte, Bernadette llegó en 1948 como alumna, siendo compañera de la actriz de Sissi emperatriz Romy Schneider.

En paralelo, Regina entró en 1958 y Rita en 1962. Las tres desempeñaron labores docentes en el colegio, y Regina llegó a ser su directora. En 2022, el convento fue cedido a la Arquidiócesis de Salzburgo y a la Abadía de Reichersberg, por lo que finalmente el rector decidió que estas debían abandonar las instalaciones.

Llamaron a un cerrajero

Las tres religiosas, hartas de la residencia, hicieron las maletas y se desplazaron con varias exalumnas al convento, aunque las puertas de este habían sido cambiadas, por lo que llamaron incluso a un cerrajero.

Además, el edificio tampoco tenía luz ni agua, aunque esto no ha supuesto ningún impedimento. Compañeras y exalumnas llevan a las tres monjas comida y medicamentos, además de productos de higiene, pese a que algunos religiosos creen que "es incomprensible" vivir en un lugar que no cumple con unas condiciones mínimas. En este contexto, piden que las tres vuelvan a la residencia por su edad y estado de salud.

"He sido obediente toda mi vida. Pero esta vez, ya fue suficiente. Antes de morir en esa residencia de ancianos, prefiero irme a un prado y entrar en la eternidad allí", sentenció Bernardette. Las monjas han publicado su historia y comparten su día a día en redes sociales.