En el sexto día de protestas en Bielorrusia, los manifestantes siguen clamando contra un resultado electoral que la oposición no reconoce. Pero, sobre todo, contra los casos de violencia, abusos policiales y torturas, incluso contra periodistas, que han denunciado organizaciones como Amnistía Internacional. De momento, hay 7.000 detenidos.

"Es muy importante para nosotros la liberación inmediata de los presos políticos", ha reclamado Maria Kalesnikava, opositora al presidente Alexander Lukashenko. Un presidente que durante su mandato ha encarcelado a varios miembros de la oposición y ha provocado sanciones a su país por presuntas violaciones de derechos humanos. Es el único estado de Europa Oriental donde se mantiene la pena de muerte.

Sin embargo, él, Lukashenko, en tono desafiante, ha hecho esta advertencia: "Manténganse alejados de las calles. Deben comprender que ustedes y sus hijos están siendo utilizados como carne de cañón". En esta línea, ha asegurado que están siendo manipulados por países extranjeros: "Ya ha llegado gente de Polonia, de los Países Bajos, de Ucrania y de Rusia".

Pero los manifestantes han respondido: "No nos iremos". Lukashenko es el gobernante europeo que lleva más tiempo en el poder: 26 años que se alargarán otros cinco más tras su reelección. Esto es, 26 años gobernando con puño de hierro, reconocido por el propio presidente. Lo que ha llevado a que otros líderes, como hizo el ministro de exteriores de Alemania en 2012, afirmaran que "Lukashenko es el último dictador de Europa".

A ello Lukashenko solía contestar con polémicas palabras: "Prefiero ser dictador a ser gay". La oposición ve esperanza con estas manifestaciones. "Durante todos estos 26 años, el pilar del régimen de Lukashenko ha sido el apoyo de los trabajadores del sector industrial", ha señalado Kalesnikava. Trabajadores que ahora se manifiestan y agradecen el gesto de los militares que bajan sus escudos para solidarizarse con ellos a la vez que se homenajea a aquellos que han fallecido.