Teníamos claro que Trump
es tan errático como una veleta en un vendaval, pero es que su Administración
queda retratada como 'loquilandia' en el próximo libro del prestigioso Bob
Woodward.
Atentos a la solución
del neoyorquino para el conflicto sirio, un magnicidio: ''¡Matémosle de una
puta vez (a Al Assad)! Hagámoslo. Metámonos ahí y matemos a toda esa puta
gente!''.
Nada más colgar, el
Secretario de Defensa dijo a su equipo que no hicieran ni caso y volvió a su
plan: un ataque, medido, sobre objetivos del régimen. Trump es -explica Mattis-
como un niño "al que hay que engañar para que no ceda a sus impulsos más
extremos".
Eso habría pasado por cosas como esconderle importantes papeles que
pretendía firmar, como romper sus acuerdos comerciales con su aliada Corea del
Sur y de los que luego no volvía a acordarse. Hasta su jefe de Gabinete le habría
caracterizado como un "idiota desequilibrado".
La Casa Blanca está
nerviosa y Trump se ha defendido a su estilo: atacando, recriminándole al
autor: ''No recibí ninguna llamada. Ni ningún mensaje. ¿A quién le pediste
hablar conmigo?''. Una pregunta a la que Woodward respondía: ''Pues como a seis personas
(de su Gabinete)''.
Y Cuestionando la
credibilidad del que es uno de los periodistas más reputados del mundo, que
entre otras cosas destapó el Watergate. Las comparaciones son odiosas.