A punto de cumplirse un año del inicio de la invasión de Ucrania, ocho millones de refugiados repartidos por toda Europa esperan el fin de la pesadilla.
Más de un millón y medio de ellos han encontrado cobijo en Polonia. Allí siguen viviendo en centros de ayuda humanitaria improvisados extrañando sus hogares y, en muchos cosas, a sus seres más queridos. Y es que la guerra ha separado a miles de familias y ha quebrado su moral.
España ha acogido a 166.000 refugiados. Entre ellos está Natalia Khlemova, que llegó a Toledo en marzo junto a sus tres hijos. "Mi padre tenía 62 años cuando empezó la guerra y decidió quedarse para defender a su país", explica a laSexta. Envía desde España toda la ayuda que puede a los que se quedaron.
A Viktoria Kovlalenko ni siquiera le queda ese consuelo. Su marido y su hija mayor fueron víctimas de las bombas rusas. Ella pudo escapar a Reino Unido junto a su otra hija, la pequeña Varvara, y juntas están a salvo de los proyectiles, pero no de los recuerdos. "Tengo pensamientos obsesivos, miedos o simplemente cansancio por todo lo que experimenté", confiesa. Allí, a Reino Unido, han llegado 161.000 refugiados.
Casi una quinta parte de la población ucraniana ha huido del país. Todos son víctimas del éxodo que hace casi un año llenó las carreteras de caravanas de personas que huían del horror de la guerra.
En este contexto, la ONU ha pedido a la comunidad internacional 5.220 millones de euros en ayuda humanitaria para los más de 15 millones de personas que se han visto afectadas de manera directa o indirecta por la escalada militar desatada en Ucrania.