El 2019 nos ha dejado más rescates agónicos, escenas dramáticas e imágenes ante las que es imposible no apartar la mirada. Hemos visto las misma estampa en España, Italia, Malta y, sobre, todo en Grecia: en total, 124.000 migrantes han recurrido al Mediterráneo para escapar del horror.

"¿No pueden ver nuestro sufrimiento? Estamos sufriendo, ¿es qué no ven nuestro dolor?", preguntaba, desesperada, una de ellas. Personas que han preferido jugarse la vida a seguir en sus países de origen. "Quiero ir a un lugar seguro, solo eso", explica un migrante.

Se han enfrentado, no solo a la voracidad del mar, sino también a la de la clase política. El exministro del Interior italiano, Matteo Salvini, hizo todo lo posible para cerrar sus fronteras e incumplir las leyes internacionales, echó un pulso a las ONG e inclusó las llevó a los tribunales.

Pero todo cambió con la salida del ultraderechista del Gobierno. "Ha dado un giro de 180 grados, hemos sido nosotros los que hemos denunciado al exministro del Interior italiano por secuestro, prevaricación y difamación", indica al respecto Oscar Camps, director de la ONG de salvamento marítimo Open Arms.

Pese a todos los esfuerzos, 1.200 personas han perdido la vida en el mar en el último año. Muertos que parecen no importar a nadie. "Más de mil muertes al año Naciones Unidas lo considera un conflicto bélico. Nadie dice nada y parece ser que se silencia y que ya no hay interés", denuncia Camps. Un drama que continúa año a año ante la inacción de la clase política.