Por cuarto domingo consecutivo, una marea humana con banderas rojiblancas, símbolo de la oposición bielorrusa, ha vuelto a tomar las calles de Minsk para reclamar la renuncia del presidente, Alexandr Lukashenko.

"Vete" y "Viva Bielorrusia", fueron los principales cánticos coreados por más de 100.000 manifestantes, según la prensa local, que recorrieron el centro de la ciudad entre fuertes medidas policiales. Además, también se celebraron protestas con menos participantes en las localidades de Grodno, Brest, Gomel y Moguiliov.

Las fuerzas de seguridad bloquearon los accesos a las principales avenidas del centro de la ciudad y acordonaron la plaza de la Independencia de Minsk, lugar habitual de concentraciones opositoras de las últimas semanas, según el portal 'Tut.by'. La Policía bielorrusa ya había advertido que aumentaría el número de los agentes y militares en las calles de cara a la protesta. Varias estaciones de metro en el centro de Minsk, según medios locales, también fueron cerradas.

Asimismo, aunque la residencia de Lukashenko fue cercada por las fuerzas de seguridad con alambre de espino y presencia policial, decenas de miles de minskeños se acercaron al lugar para exigir la dimisión del mandatario, en el poder desde hace 26 años, e increpar a los antidisturbios al grito de "Nosotros os pagamos, nosotros somos el poder" o "Pegar a la gente no es una profesión".

La jornada de protestas ha finalizado con numerosas detenciones que se efectuaron tanto en Minsk como en otras ciudades que acogieron marchas opositoras. De acuerdo al centro de derechos humanos Vesná, solo en la capital bielorrusa fueron detenidas más de 130 personas. La organización también informó de decenas de detenciones que se practicaron en las ciudades de Brest, Moguiliov y Vítebsk. A su vez, la Asociación de Periodistas de Bielorrusia ha denunciado que entre los detenidos se encontraban al menos dos reporteros.

Por su parte, las autoridades, han confirmado "más de 100 detenciones" de participantes en "acciones no autorizadas" durante en todo el país y han afirmado que la situación se encuentra "bajo control".