Cientos de coches y autocaravanas varadas en un fango espeso y pegajoso, decenas de miles de personas embarradas y atrapadas en un gran pozo de barro...: es la imagen posapocalípitica que nadie esperaba que dejara el Burning Man, macrofestival cuyas claves son fuego y desierto, enfangado todo tras unas inesperadas lluvias.

La planicie del gran desierto de Nevada donde se celebra se ha vuelto impracticable para vehículos... e intransitable casi a pie: hay quien tira de improvisados esquíes hasta para ir al baño. El problema, han explicado algunos festivaleros, es que "es un terreno eminentemente arcilloso y se vuelve muy, muy resbaladizo". Añaden, además, que "empeora todo cuanto más se pisa y más vehículos intentan transitar". "Es como amasar", sentencian.

“Un éxodo masivo... de pesadilla”

Miles de asistentes —entre cinco y siete mil, se estima— han desafiado las órdenes de refugiarse hasta que sea seguro circular por la zona. En un complicado "éxodo masivo", explican las autoridades locales. Y quienes han logrado salir del desierto cuentan que ha sido "de verdadera pesadilla", tras tener que hincar rodilla y cavar con las propias manos en el barro para liberar sus autos. Se investiga, de hecho, una muerte. El presidente Biden ha sido informado.

Sin embargo, para la mayoría sigue la fiesta: chapoteando, bailando entre el fango —no falta la música—, celebrando cada rayo de sol, vitoreando a los arco iris... el buen espíritu se mantiene. No faltan los abrazos, calor humano. Ni, por supuesto, las fotos que inundan las redes sociales... aunque sea con barro hasta las cejas.

'Burning Man' empezó como una quedada en San Francisco en 1986, hoy es uno de los festivales más famosos del mundo

Sí empieza a escasear la electricidad, nos cuentan, por lo que racionan los generadores y el combustible. Por lo demás, se están "cuidando unos a otros". "Tenemos comida, provisiones, refugio", han indicado. Así que, aunque dicen los veteranos de este Burning Man que es lo nunca visto —"por lo menos en los últimos veinte años", apostilla uno de ellos— están aplicando aquello de "al mal tiempo, buena cara".