No cesan los disturbios en Francia después del asesinato policial de un joven. La situación es crítica y el presidente Macron ha convocado una reunión interministerial para frenar la violencia, que en las últimas horas se ha saldado con casi 1.000 detenidos y cientos de policías heridos.

Por el momento, el Ejecutivo francés descarta aplicar el estado de Emergencia, pero ha puesto en marcha un dispositivo especial con el despliegue de vehículos blindados de la Gendarmería. Además, continúa el toque de queda en varias ciudades.

El Ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha ordenado parar autobuses y tranvías en todo el país a partir de las 21:00 horas y se ha prohibido la venta y tenencia de bidones de gasolina, productos inflamables o morteros pirotécnicos en las calles.

Emmanuel Macron califica estos actos como "una inaceptable instrumentalización por la muerte de un adolescente". Según las autoridades, la mayoría de los detenidos tienen edades comprendidas entre 14 y 18 años. El presidente de Francia ha hecho un llamamiento a los padres: "Es su responsabilidad mantenerlos en casa".

Éric Dupond-Moretti, ministro de Justicia, ha avisado de que los progenitores responden penalmente por los delitos de sus hijos con hasta dos años de cárcel y multas que pueden ascender a 30.000 euros. "Encontramos a jóvenes de entre 12, 13 y 18 años. El presidente ya lo ha dicho, no es el Estado sino los padres los que crían a los hijos", ha destacado.

Macron ha evitado hablar de racismo y ha culpado a las redes sociales y los videojuegos de la violencia de las protestas: "Entre los más jóvenes lleva a una sensación de irrealidad".

Por ello, algunos de sus ministros se han reunido de reunir con los principales directivos del sector. Desde las instituciones exigen a estas plataformas que eliminen e identifiquen a los usuarios que suben vídeos de violencia, como el de un grupo de manifestantes aplaudiendo un alunizaje contra un supermercado en Nantes.

En la tercera noche consecutiva de protestas las llamas devoraron edificios públicos como el ayuntamiento de Lille, la histórica biblioteca de Marsella, o una piscina que se estaba construyendo para los Juegos Olímpicos en Saint Denis. Protestas que las autoridades esperan que no vuelvan a repetirse.