El anuncio de Macron llega tras un duro pulso en las calles de Francia y de un nuevo fin de semana de violencia. El presidente quiere apagar la ola de protestas de los 'chalecos amarillos' que empezaron hace cuatro semanas en las calles francesas.

Los manifestantes no sólo están descontentos con la subida del precio de los carburantes, sino también con la política para ricos del presidente galo que los ahoga.

Miles de agentes se han movilizado para acabar con los disturbios, pero los reclamos no han cesado. Después de un fin de semana con casi 2.000 detenciones y más de 70 heridos, este lunes los estudiantes han vuelto a salir a la calle sin temor a más enfrentamientos contra la policía. Una guerra entre el Gobierno y una sociedad enfurecida que Macron espera apaciguar.