El líder progresista Luiz Inácio Lula da Silva ha sido el gran triunfador de la noche electoral brasileña tras ganar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales a su rival, el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro. Lula se ha impuesto al todavía mandatario brasileño con el 50,80% de los votos frente al 49,20% de su contrincante, tras haber sido escrutado el 98% del total, según los datos oficiales. Aunque el líder de extrema derecha lideró en la primera parte del conteo (llegó a tener una ventaja de 14 puntos porcentuales), finalmente ha sido superado por su rival, el candidato del Partido de los Trabajadores, tras contabilizarse poco más del 67% del escrutinio.

El 'sorpasso' ocurrió justo cuando comenzaron a ser contabilizados los votos de las pequeñas ciudades y de las regiones periféricas. De la misma forma, en la primera vuelta, Lula, señalado por los sondeos como el favorito a vencer, se mantuvo gran parte del escrutinio en el segundo lugar y tan solo pasó a liderar cuando el porcentaje de votos contabilizados superó el 70%. El dirigente progresista venció la primera vuelta, el 2 de octubre pasado, con el 48,4% de los votos válidos, pero, como no obtuvo más de la mitad de los sufragios, tuvo que medirse en el balotaje con el líder ultraderechista, que recibió el 45,2%. "Democracia", ha dicho Lula en Twitter tras conocer los resultados.

Por ello, más de 156 millones de personas estaban llamadas a acudir a las urnas para elegir entre dos modelos de país bien distintos. Finalmente lo han hecho más de 115 millones que han dejado claro la tremenda división política que vive el país. Prueba de ello es que, a pesar de la victoria de Lula da Silva, los resultados han sido más que ajustados: casi 60 millones de personas han votado a favor del candidato progresista, mientras que 58 millones lo han hecho por Bolsonaro. Sin embargo, con estas cifras sobre la mesa, Lula da Silva asumirá previsiblemente el mandato el 1 de enero próximo. Eso sí la ultraderecha acepta los resultados y no fractura aún más a un país dolido por la pobreza y los estragos del COVID.

Una campaña llena de tensión y polémica

La jornada electoral no ha estado exenta de polémica, ni mucho menos. En la tarde de este mismo domingo, el presidente del Tribunal Superior Electoral de Brasil (TSE), Alexandre de Moraes, descartaba prorrogar el horario de votación pese a la polémica por la obstaculización del voto tras las más de 500 intervenciones de la Policía Federal de Tráfico (PRF, por sus siglas en portugués), dirigida por un bolsonarista declarado. "No hay necesidad de superlativizar este caso", añadió, restando importancia a las posibles repercusiones de la actuación de la PRF.

"Las operaciones realizadas, y han sido innumerables las operaciones realizadas según el director de la PRF (...) han sido realizadas conforme al Código de Circulación Brasileño. O sea, un autobús con un neumático desinflado, un faro roto o que no reunía las condiciones para circular era abordado y se hacía una intervención", apuntó Moraes, quien puntualizó que "en algunos casos" han "retrasado la llegada de electores a su sección electoral, pero en ningún caso ha impedido a los electores llegar a sus secciones electorales".

Por otro lado, horas antes, la diputada brasileña Carla Zambelli, una aliada muy próxima de Bolsonaro, perseguía a un hombre a punta de pistola en mitad de una calle de Sao Paulo. Zambelli afirmó en sus redes sociales que actuó de esa forma porque supuestos simpatizantes del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva la "rodearon" y "agredieron" cuando salía de un restaurante. Sin embargo, otro video del suceso que también circula por Internet desmintió su versión.

En él se ve a un grupo de personas, entre ellas la diputada, al parecer en medio de una discusión en mitad de la calle. En un momento determinado, Zambelli parece tropezar y cae el suelo, momento a partir del cual ella y otro hombre, también con un arma de fuego en mano, iniciaron una persecución contra el afrobrasileño acusado por la parlamentaria.