La explosión del 4 de agosto en el puerto de Beirut reventó el casco viejo, algo más que un conjunto de piedras para los libaneses. "Estos edificios representan nuestra identidad cultural, nuestra historia.Si se borran de la ciudad, estamos perdiendo gran parte de nuestra identidad", afirma Yasmine Elmajzoub, miembro de Beirut Heritage Initiative.

La mayoría de los edificios destruidos eran villas, auténticos palacios con inmensos jardines construidos por una dinastía de grandes comerciantes en su época de esplendor, hace ya más de un siglo. Muchos, como Bassam, son herederos directos. La Guerra Civil ya fue todo un reto para su familia, que dedicó su vida a restaurar un pequeño patrimonio histórico.

"El legado es todo. Es la vida, son nuestros recuerdos, los sueños, lo es todo", expresa. Él y Genvieve, su mujer, todavía lloran cuando recuerden ese fatídico día en el que todo se desvaneció. Desde entonces, su vida se reduce a una habitación, que utilizan "para todo, tanto comer como dormir", tal y como cuenta la mujer.

Con 70 años, han tenido que volver a empezar, pero la crisis económica y el colapso del sistema bancario ha dejado sin ahorros a una burguesía perseguida no solo por las deudas. La casa de Bassam, del siglo XIX, fue donde nació su padre, donde lo hizo él, y donde se quiere quedar. Todos los edificios que hay alrededor están vendidos y en el terreno se van a construir grandes edificaciones, pero él no está dispuesto a abandonar su casa familiar.

Durante la Guerra Civil ya vivieron esa pesadilla, cuando el Gobierno libanés decidió dar prioridad a las grandes constructoras. "Los habitantes de la ciudad están fuera para que entre gente nueva, que son los que tienen el dinero, el poder, y la posibilidad de vivir en estas grandes torres", señala Fadlallah Dagher, de Beirut Heritage Initiative.

Se trata de la lucha de David contra Goliat. Mientras, Fatlu, junto a su equipo, se dedica a revisar todas las estructuras dañadas. Más de 30 asociaciones de voluntarios se han unido a él porque sienten que hay demasiado en juego. Yasmine Dagher, de la Asociación Beirut Heritage Initiative, indica que "alrededor de 600 edificios han quedado dañados, de los que 150 están gravemente dañados".

Sin embargo, sus sueldos apenas alcanzan para mantener los edificios en pie y quieren que su gobierno entienda por qué luchan: "Hay un sentido en mantener nuestro legado, no solo el de la belleza, sino que queremos mantener el alma de la ciudad, que es muy especial", expresa Fadlallah Dagher.

Así, los edificios que resistieron a imperios, como el otomano o la gran ocupación francesa, ahora, heridos de muerte, piden ayuda al mundo.