Desde hace dos años Alexya es pastora en Sao Paulo de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), que se autodefine como una congregación de 'derechos humanos' con un mensaje positivo e incluyente hacia la comunidad LGBTI.

Fundada en 1968 en Estados Unidos, la iglesia tiene más de 400 comunidades alrededor del mundo, incluido Cuba, donde la pastora brasileña, de 37 años, celebró el año pasado la primera misa de transexuales en la isla.

Alexya, dice, se opone a la llamada "bancada de la Biblia", que reúne en el Congreso Nacional a legisladores que defienden los intereses de iglesias evangélicas, y pretende enfrentar a nivel regional a "los fundamentalistas religiosos" que están en la política. "Mi candidatura es de contradicción. Es un contrapunto dentro de la propia iglesia", asegura.

De formación católica, la religión siempre ha estado presente en su vida y llegó a estudiar durante cuatro años en un seminario para ser cura, pero tan solo consiguió resolver sus "conflictos internos" gracias a la ICM, situada en el primer piso de un bajo edificio en el centro de Sao Paulo.

Militante de los derechos LGBTI, Alexya considera que "el hecho de ser trans en el país que más mata transexuales del mundo es el mayor acto político que podría ejercer" y su candidatura, en sí, representa un "acto de supervivencia" en la búsqueda por representatividad dentro de la Asamblea Legislativa.

Pero su lucha no se limita a la defensa LGBTI: si consigue un escaño en la Cámara de Sao Paulo, asegura, también colocará sobre la mesa temas como la adopción, la educación y las ayudas a personas con necesidades especiales. Su militancia, dice, es en favor de los derechos humanos y va en la dirección opuesta a la del candidato presidencial de ultraderecha Jair Bolsonaro, el segundo mejor colocado en las encuestas de intención de voto con alrededor de un 18% de apoyos.