Trump se reunió con el embajador ruso en Washington, al que muchos consideran un espía, y también con el ministro de Exteriores ruso. Citas a puerta cerrada, para que no se escape nada.

El encuentro al más alto nivel entre las administraciones de Trump y Putin llega al día siguiente del despido del director del FBI, el encargado de investigar los contactos rusos con miembros del equipo del magnate y la injerencia del Kremlin en las elecciones estadounidenses.

Una noticia de relevancia mundial, con la que el ministro ruso se permite el lujo de bromear. Putin, como ha hecho hasta ahora, se lava las manos.

Trump destituye al que le investiga, quien además había pedido un aumento de fondos para esa incómoda investigación. Hasta ahora, Nixon había sido el único en hacer algo parecido, destituyendo al fiscal especial que trabajaba en el caso Watergate.

Precisamente, tras su encuentro ruso, Trump recibió a Kissinger, secretario de estado de Nixon para terminar de rizar el rizo.