Apuran las últimas horas antes de la votación de este domingo. Intentan frenar el ascenso, de momento imparable, de Bolsonaro. Su mayor rival, Fernando Haddad, el sustituto de Lula, le afea no acudir a los debates.

El militar retirado se escuda en la puñalada que recibió en un mitin hace un mes y se dedica a colgar vídeos en sus redes sociales y a dar entrevistas a televisiones "amigas". Las críticas de sus rivales no le pasan factura. Las últimas encuestas pronostican que el domingo ganará la primera ronda con 13 puntos de ventaja sobre Haddad.

En un Brasil muy polarizado, los dos favoritos son también los que más rechazo provocan. Casi la mitad de los brasileños dicen que nunca votarían por Bolsonaro y las mujeres se han movilizado contra él por sus comentarios misóginos y machistas. Este sábado volverán a salir a la calle para decir que él no puede ser su presidente.

Con ese riesgo en el horizonte, las minorías reclaman su sitio. Hay un 60% más de candidatos indígenas y cinco veces más de personas trans que aspiran a un cargo público. Porque el domingo se eligen también a los próximos diputados nacionales y regionales y a los gobernadores estatales.