Italia ha vivido una intensa jornada de marchas y concentraciones de antifasacistas y fuerzas de ultraderecha, además del mitin del líder de la xenófoba Liga Norte (LN), Matteo Salvini.

Las principales marchas y concentraciones tuvieron lugar en Roma, Milán (norte) y Palermo (sur) y se dan en las horas altas de la campaña y en medio de un debate sobre el posible auge de movimientos xenófobos y de agresiones recíprocas entre ideologías extremas.

Un fenómeno que alcanzó su punto álgido cuando un neofascista tiroteó e hirió a seis inmigrantes en la ciudad de Macerata (centro).

En la capital italiana, en una jornada lluviosa, la Asociación Nacional de Partisanos y otras 20 organizaciones se manifestaron con el lema 'Nunca más fascismo, nunca más racismo' y lo hicieron junto a exponentes de partidos de izquierdas, rivales a su vez en los comicios.

Entre ellos hubo miembros del Gobierno en funciones, como el primer ministro, Paolo Gentiloni, o su correligionario y líder del Partido Demócrata, Matteo Renzi, quien defendió la importancia de asistir al acto, aunque a la primera protesta en Macerata no acudió.

Del mismo modo, el acto antifascista contó con miembros de Libres e Iguales, la lista de izquierda contraria a Renzi, como su líder, Pietro Grasso, Pierluigi Bersani, Nicola Fratoianni o la presidenta de la Cámara baja en la legislatura conclusa, Laura Boldrini.

Paralelamente, el sindicato de base (COBAS) convocó una protesta contra la reforma laboral de Renzi y el racismo y, aunque esta marcha era la que mayor temor suscitaba por la posible infiltración de violentos, transcurrió con total normalidad por el centro.

En Milán, el acto principal fue el mitin con el que el líder de la xenófoba LN, Matteo Salvini, quiso ofrecer una demostración de fuerza ante miles de sus seguidores en la icónica plaza del Duomo.

Salvini, que concurre junto a Silvio Berlusconi en una coalición de derechas que los sondeos dan por ganadora, pero sin mayoría, pronosticó que su partido será la fuerza de derecha más votada, y por ello escenificó su hipotética designación como primer ministro.

"Me comprometo y juro ser fiel a mi pueblo, a 60 millones de italianos, de servirles con honestidad y coraje. Juro aplicar de verdad la Constitución, por muchos ignorada, y de hacerlo respetando las enseñanzas contenidas en este sagrado Evangelio", proclamó.

Y arremetió contra los izquierdistas que marchaban en Italia, al cuestionar, citando al intelectual Pier Paolo Pasolini, "si este antifascismo rabioso que se desfoga en las calles con el fascismo acabado no es en el fondo un arma de distracción de la clase dominante".

A pocos metros de distancia, ante el castillo Sforza, la formación neofascista CasaPound celebraba un acto electoral, y en una calle adyacente la extrema izquierda se concentraba para denunciar la presencia de esta ideología en la ciudad.

Los activistas antifascistas fueron retenidos en la vía La Foppa, de la que no podían salir, y en determinado momento varias decenas de manifestantes trataron de romper el cordón policial, lo que derivó en momentos de tensión con los agentes y lanzamiento de fumígenos.