El avión del Chapecoense nunca debió haber despegado, de hecho su plan de vuelo fue rechazado inicialmente con hasta cinco advertencias a las que la compañía quitó hierro. Esas irregularidades ya le costaron la licencia a la compañía.

Además de las irregularidades, una dudosa actuación del piloto y copropietario de Lamia en los últimos trágicos momentos del vuelo pudo desencadenar la tragedia.

Cuando iba llegando al aeropuerto, pide prioridad para aterrizar: "Solicitamos prioridad para la aproximación directa. Se nos ha presentado un problema de combustible''. Sin embargo, no describe la gravedad del problema, que realmente era una emergencia hasta pasados unos minutos.

Una vez que el piloto comunica la emergencia, la controladora empieza a dar indicaciones para el aterrizaje, pero ya es demasiado tarde porque el piloto, que debería haber parado a repostar según preveía su itinerario, ya estaba agotando la reserva. Momentos después se produjo la tragedia.