La capacidad de Trump para el cargo de presidente de Estados Unidos vuelve a ponerse en cuestión. En su último libro, el periodista Bob Woodward describe la Casa Blanca como un manicomio con un niño al frente al que dan la razón como a los locos.

Y esa versión la corrobora un alto cargo del Gobierno, que en una carta anónima al New York Times contaba que, incluso, se habían planteado activar el mecanismo constitucional que permitiría destituirle.

Está recogido en la vigésimo quinta enmienda y haría falta que el vicepresidente y una mayoría de los miembros del gobierno proclamaran por escrito que Trump no está capacitado para cumplir sus funciones. Él podría alegar que es mentira y entonces tendrían que votar las dos Cámaras del Congreso.

"Es muy difícil argumentar y es muy difícil sobre todo demostrar que no está en sus plenas facultades mentales. Igual que puede haber un informe a favor, puede haber un informe contrario", explica Cristina Crespo, del Instituto Franklin-UAH.

Estaríamos en terreno desconocido, porque desde que se aprobó tras la muerte de Kennedy, la vigésimo quinta enmienda sólo se ha aplicado en caso de dimisión del presidente, como pasó con Nixon, o para que el presidente cediera temporalmente sus funciones, cuando Reagan y Bush padre tuvieron que ser operados.

En este caso, Pence tendría que dar el paso para apartar a Trump. Y aunque algunos le señalan como el autor de la carta al New York Times, sería una apuesta demasiado arriesgada porque es más fácil que no se lleve a cabo la destitución. Por lo tanto, estaría arriegando su puesto.

Para los expertos, la vía más factible para destituir a Trump sería un impeachment siempre y cuando haya pruebas de que ha cometido algún delito y que, además, los republicanos dejen de tener mayoría en el Congreso tras las legislativas de noviembre.